miércoles, 15 de junio de 2011

Alejandro Fabbri: “Si mantiene el rumbo voy a volver a votar a Cristina”

El periodista deportivo explicitó su apoyo al gobierno nacional: “Hay una lista de diez cosas que uno siempre quiso que algún gobierno haga y el kirchnerismo las hizo”.
(Claudia Martinez)


Por PAULA BISTAGNINO

Buenos Aires > La cita es en el bar ubicado al lado de TyC Sports, Café del Sur, en el barrio de Constitución. Diez minutos después del fin de la emisión de Estudio Fútbol del jueves  y ya sin maquillaje, Alejandro Fabbri (54) se pide un cortado y se entrega a la charla. “Nunca tuve cercanía con los equipos grandes. Mucho menos con Boca y River, clubes a los que detesto… simpáticamente, por decirlo de alguna manera. ¿Por qué? Porque son el poder en sí mismo, porque como hincha de un club chico he padecido la tendenciosidad del arbitraje y del periodismo”, dice. “Calamar” por herencia y elección, desde que en 1979 empezó a trabajar en medios, declaró abiertamente su filiación y se ocupó de romper con uno de los más viejos tabúes del periodismo futbolero. “Siempre hubo un tabú con confesar el club del que uno es hincha y todavía hoy hay quienes lo mantienen. Para mi gusto es estúpido. Ellos me dicen que es porque soy de Platense –además hoy es secretario de prensa del club-. Yo creo que no pasa por ahí. El asunto es cómo se expresa cada uno en su tarea. Como dijo un amigo mío que no puedo identificar quién es, un periodista trata de ser lo más subjetivamente objetivo posible y, como decía Osvaldo Ardizzone, un viejo periodista ya fallecido con el que trabajé en la revista Goles, la credibilidad es como la virginidad: se pierde una sola vez”, asegura uno de los pocos periodistas que, trabajando en uno de los canales y grupos mediáticos más afectados por la Ley de Medios y el fútbol para todos, no ha dudado en manifestarse a favor de estas dos iniciativas, centrales en la política de medios kirchnerista.

¿No le trajo ningún problema en el canal este apoyo público?
No, para nada. Yo he manifestado abiertamente mi opinión sobre estos temas pero tampoco es que me la paso haciendo propaganda. El programa en el que estoy es de fútbol y de eso hablamos. La verdad es que no hay una bajada de línea ni nada por el estilo de parte del canal. Seguimos trabajando igual. 

¿Qué lo decide a favor de la Ley de Medios?
No puedo entrar en detalles porque no tengo un conocimiento tan profundo. Pero en líneas generales me parece muy positiva. Y te lo digo con un ejemplo. En estas vacaciones visité Río Gallegos, donde se crió mi papá, y pasé por LU 12, porque mi abuelo fue director de la radio. Fui un día de semana al mediodía y me llamó la atención que, tratándose de la radio más importante de Santa Cruz, sólo había un locutor y un operador. Entonces pregunté y me dijeron: “Es que nosotros nos colgamos todo el día de Continental”. ¿Qué sentido tienen que alguien que está en Santa Cruz se entere de un choque en Balvanera o que un tipo se suicidó en Belgrano? Se necesita información local, por la información en sí misma, y porque además son fuentes de trabajo. Este es justamente el núcleo de la Ley de Medios: democratizar la información y obligar a los dueños de medios a dejar de hacer lo más cómodo para empezar a pensar medios de comunicación en serio. Al menos, da los elementos para que esto se pueda hacer, y yo soy optimista en que se va a terminar aplicando bien.

¿Le parece positivo el debate sobre la información y la propiedad de los medios que ha surgido a partir de la discusión de la ley?
Claro. Me parece que todo este conflicto le viene muy bien a la sociedad en general y, en particular, a la gente común que no sabía cómo funcionan los medios. Por ejemplo, cuando yo tenía 9 ó 10 años, esperaba el diario del domingo, o la sexta del sábado, para ver el suplemento de deportes creyendo que ahí estaba toda la verdad. Hoy la gente se da cuenta de que, detrás de las noticias, hay intereses. Detrás de todas las noticias. Pero tuvo que pasar este tipo de situaciones para que la gente pueda dudar si lo que dice el diario es verdad. Este conflicto le abrió la puerta al derecho de dudar. Y eso le ha enseñado a la gente que probablemente tenga que leer dos diarios, o escuchar dos radios y mirar dos canales, para formarse una idea real de cómo son las cosas. A veces la verdad puede estar en un medio y a veces en otro, depende del tema del que se trate. Esto es así. Y por eso estoy convencido de que la puesta en duda de la información es una noticia muy saludable para todos nosotros.

En la discusión de la Ley de Medios se agitaron fantasmas sobre el cierre del canal y que muchos periodistas se iban a quedar sin trabajo, ¿pasó algo de eso?
Este canal transmitía cinco partidos de fútbol. Ahora no los tienen y sin embargo nosotros seguimos trabajando. Se agitaron fantasmas de todo tipo, desde el cierre hasta la venta del canal. Pero no pasó nada de eso. Yo no estoy al tanto de los detalles. Nosotros no somos los dueños de los medios. Somos periodistas, trabajamos y nos pagan un sueldo por eso.

¿Lo sorprendió la implementación de Fútbol para todos o lo esperaba?
No lo esperaba para nada. Ni siquiera lo imaginaba. Y digamos que es algo que me afectó directamente porque yo trabajaba haciendo los partidos. Pero la verdad es que me vino bárbaro porque volver a tener los fines de semana libres después de 22 años es maravilloso. Tanto que me hace dudar de si quiero o no volver a hacerlo. Más allá de eso, creo que el Fútbol para todos es una política muy positiva, sobre todo en cuanto al reparto de la plata, que se ha democratizado un poco. Esto permitió que muchos clubes más chicos no tengan que pensar sólo en subsistir y puedan tener algún otro objetivo un poco más importante que ese. O que un jugador pueda elegir dónde jugar. Eso le hace bien al fútbol. Es el problema que tiene España hoy, con el Barcelona y el Real Madrid, que por su poder económico hacen un campeonato de dos clubes, absolutamente aburrido. Lo mismo sucede en Italia e Inglaterra, pero con cuatro o cinco equipos. En cambio, Alemania tiene un reparto bastante parecido al de la Argentina ahora y eso no pasa. Por otro lado, me parece lógico y bueno que los deportes se transmitan por televisión abierta, además de por canales privados. Este es un país raro en cuanto a la estructura televisiva que tiene ya que no hay otros países en el mundo donde la televisión por cable concentre a siete de cada diez familias, como acá. Todavía hay que hacer un proceso de volver a la televisión de aire, como sucede en Europa, por ejemplo.

¿Cree que faltan medidas para que la estructura del fútbol sea más federal?
La AFA siempre ha sido la asociación metropolitana de fútbol. Y en este sentido, reúne a los clubes de Buenos Aires y alrededores, con el injerto santafesino-rosarino, como los equipos del país. Yo creo que debería haber una institución más federal. Pero esto es como todo. No se le puede pedir al fútbol que cambie el país. Porque nosotros tenemos un país que se proclama federal y en la práctica es unitario: acá se quiso trasladar la capital a Viedma y pusieron el grito en el cielo, (Jorge) Telerman quiso llevar la administración de la Ciudad de Buenos Aires a Pompeya y el gremio municipal se opuso. Así con todo. Además en el fútbol hoy tenemos un torneo como la B Nacional que es un torneo muy competitivo y realmente federal, porque es mucho más difícil para los equipos de Buenos Aires que para los del interior, porque compiten equipos que mueven multitudes y tienen apoyo provincial contra clubes porteños de barrio. Sí es cierto que en las categorías más bajas hay un desbalance al revés, porque cobra mucho más Acassusso por jugar la B Metropolitana que Talleres de Córdoba, que juega en el Argentino A y lleva 40 mil personas por partido. Esas son estructuras que no han cambiado y que, para que cambien, tienen que haber decisión de la dirigencia. Pero claro, hay mucha dirigencia del interior que juega para la capital. No sólo en el fútbol, en la política también: muchos que se llenan la boca hablando de sus pagos y termina defendiendo los intereses de la capital… El fútbol es como la política: las dirigencias salen de la sociedad que tenemos, son su reflejo.

No es habitual que los periodistas deportivos se interesen por la política, ¿hay cierto puritanismo en el fútbol que les impide hablar de política?
No, al contrario. El 80 por ciento de los principales columnistas políticos de este país salieron del periodismo deportivo, desde Julio Blanck y Eduardo Van der Kooy, hasta Nelson Castro, Joaquín Morales Solá y Luis Majul. A mí siempre me gustó mucho la política. Nunca hice periodismo político en un diario, aunque ahora hablo de política en la radio –en el programa “Uno nunca sabe”, que conduce con Victoria Torres de 9 a 12 en AM 750, radio surgida con la Ley de Medios y dirigida por Eduardo Aliverti-. Yo soy setentista y fui al Colegio Marianista de Caballito, así que tengo una formación con mucha práctica de ayuda social, relacionada con el catolicismo tercermundista. Después me he alejado mucho de la religión, pero mantengo, y he profundizado, toda la parte de creencias sociales. Tengo una formación casi socialista en ese sentido.

¿Y qué partido representa hoy ese núcleo ideológico?
Yo soy exceptuado de la conscripción porque soy clase ‘56, que fue cuando se bajó la edad del servicio militar de 20 a 18 años. Fui galardonado con ese premio y estoy muy agradecido, porque me hubiera tocado hacerlo en el ‘76. Con esto quiero contar que pertenezco al grupo de tipos que empezamos a votar más viejos. Yo voté por primera vez en 1983, a los 27 años. Desde entonces, me he sentido representado por diferentes partidos: en esa época me identifiqué con el PI de Oscar Alende, después con el Frente Grande, el Frepaso y ahora, sin duda, con el Gobierno. Yo no me defino como peronista. Para los peronistas soy de izquierda y para los de izquierda soy peronista, entonces no termino de encajar en ningún lado. Pero voté a (Néstor) Kirchner en 2003, la voté a Cristina (Fernández) en 2007 y, si mantiene el rumbo, la voy a volver a votar.

En 2003 todavía no estaba claro el rumbo, ¿por qué votó a Kirchner en ese momento?
La verdad es que fue por descarte: estaba (Carlos) Menem, (Ricardo) López Murphy, Elisa Carrió… Me pareció lo mejor sobre todo por los que estaban enfrente. No lo conocía, como la mayoría, ni sabía qué iba a hacer.

Lo sorprendieron gratamente entonces, porque sigue apoyando el proyecto 8 años después. ¿Qué es lo que lo convoca de este Gobierno?
Yo crecí, como muchos amigos míos y conocidos, queriendo que algún gobierno alguna vez haga diez cosas. De esas diez cosas que siempre deseé, este gobierno hizo 5, 6, 7… No te voy a decir 6,7,8 porque van a pensar que es propaganda (se ríe), así que pongamos cinco o seis. Yo no me podía imaginar que alguien las iba a hacer. Sin embargo, las hicieron. Y eso fue una muy grata sorpresa para mí y les estoy agradecido. Pero además, no creo que haya nadie más a la izquierda de este gobierno que las pueda hacer. Después, puede haber cien cosas con las que no estoy de acuerdo. Seguro, pero en el balance y en el resumen, desde hace ya un tiempo, quizá por la edad, he decidido no subirme al carro de que me interese más lo que no hicieron que lo que sí hicieron. Porque así no avanzamos más.

¿Cuáles son esas cosas que pesan en el balance positivo?
Mi mamá se jubiló porque este gobierno puso la jubilación para las amas de casa. La Asignación Universal por Hijo es una política fundamental. Se acabaron las AFJP, que aborrecí toda mi vida. El juicio a los militares era una deuda de la democracia que había que saldar de una vez. La implementación del programa Raíces ha logrado que alrededor de mil científicos regresen al país y se han cuadruplicado los sueldos en el Conicet. Hay una preocupación por temas centrales como la industrialización del país. Yo elijo ver estas cosas y, además, en esta situación puntual, veo a los que están del otro lado y no veo  a nadie que proponga algo mejor. 

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